En breve volverá a la tele como la más comprensiva del jurado de
Talento argentino. Mientras tanto está debutando como fotógrafa
profesional en un calendario para Fundalam, en el que retrata a
madres famosas. De su rol de mamá obsesiva y dedicada, de
su nueva vida y de su eterna sensación de extranjera hablamos
en esta nota.En breve volverá a la tele como la más comprensiva
del jurado de Talento argentino. Mientras tanto está debutando
como fotógrafa profesional en un calendario para Fundalam,
en el que retrata a madres famosas. De su rol de mamá obsesiva
y dedicada, de su nueva vida y de su eterna sensación de
extranjera hablamos en esta nota.
Te pusiste del otro lado de la cámara y estás tomándoles
fotos a mujeres diferentes, ¿en qué andás?
Mi proyecto para este año es hacer un calendario para
Fundalam (Fundación para la Lactancia Materna). Yo
estoy muy vinculada a ellos desde que nació mi primera
hija, Oriana, y cuando me propusieron armar el calendario
me atreví a producir y fotografiar yo misma a las mujeres de
cada mes. Me inspiré en las madonnas del Renaci-miento, para
mostrar a las madonnas contemporáneas. En las fotos expreso
qué veo yo en estas mujeres, que no necesariamente tienen que
estar dando teta o haber dado teta en algún momento, deben ser
mujeres que estén a favor de la lactancia, que sean muy luchadoras,
que salen adelante con sus familias, con sus casas, con sus
trabajos, con sus pasiones. Son mujeres muy fuertes que a la vez
protegen y son amorosas. Ése fue mi disparador. Ya les he tomado
fotos a Margarita Barrientos, Araceli González, Maru Botana,
Eleonora Wexler, Martina Guzmán, Patricia Sosa, Maby Autino y
aún me quedan pendientes Valeria Bertu-cceli, Gaby Herbstein y otras.
La verdad es que me la puse bien difícil, porque ahora que estoy
del otro lado me doy cuenta de lo que significa coordinar, gestionar,
encima elegí mujeres muy ocupadas, que tienen poco tiempo
disponible así que ahí ando, esperando que me concedan un
hueco y me lanzo a retratarlas en diferentes situaciones junto a
sus hijos.
La idea es que salga a la venta a fin de año, así que estoy en
cuenta regresiva.
¿La fotografía no es algo nuevo en tu vida, sino una actividad
que conocés bien?
Tomar fotos siempre fue un proyecto personal, algo que hice
durante toda mi vida, pero como aficionada. Hace casi dos años
estoy tomando cursos de fotografía y de PhotoShop. Siento que se
me despertó una pasión y que es un medio de expresión, yo no sé
si algún día voy a ser una fotógrafa profesional y voy a trabajar de esto,
pero encontré un vehículo para expresarme cuando no tengo otro medio.
Lo del calendario fue muy vertiginoso, porque yo no sabía nada de
computación, empecé a estudiar y a investigar, me aventuré y ahora
hasta retoco yo misma las fotos.
¿Cómo conociste a Fundalam?
Los conozco desde que tuve a Oriana, porque yo me preocupé
por amamantar. Mi madre me dio leche materna durante sólo
tres meses, antes no había una cultura pro lactancia como hay
ahora. Apenas quedé embarazada empecé a informarme, hice
varios cursos de lactancia con ellos y desde entonces hemos
continuado el vínculo. Soy una alumna ejemplar porque a Oriana le
di ¡tres años la teta! A Tiziana le di menos, siete meses, porque lo
de Oriana fue lindo pero terminó siendo agotador y desgastante,
a lo último la usaba como chupete, ya hablaba y me pedía teta en
cualquier lado. Me costó mucho destetarla, así que no quería que
me pasara lo mismo con Titi.
Los tres años de amamantar a Oriana fueron muy especiales,
eramos sólo ella y yo, no existía nadie más. Lo que rescato de
eso es que hoy, que ya es adolescente y está en una etapa súper
difícil, siempre hay una conexión muy profunda entre nosotras.
Siempre hay algo que nos une más allá de todo, aun cuando
discutimos hay un momento en el que nos miramos con una
profundidad que es impresionante.
Mis dos hijas son muy seguras, inteligentes, introvertidas,
observadoras, aunque la chiquita es más dicharachera como yo,
las veo muy bien plantadas en el mundo y creo que tiene que ver
con esa dedicación y con esa entrega muy fuerte que hacemos las mamás.
¿Y cómo era la relación con tu marido e incluso con tu propio cuerpo
durante esos tres años de lactancia y madre full time?
En ese momento no te sientes tan sexual, la libido desaparece,
es algo natural porque el cuerpo registra que si estás amamantando
no puedes tener otro bebé. Nosotros desafiamos a la naturaleza y yo
quedé embarazada amamantando… Le di la teta a Oriana mientras estaba
embarazada de Tiziana, por eso pudo ser por tanto tiempo. Así que la
desteté a Ori cuando nació Titi y empecé con ella.
¡Entonces fueron casi cuatro años!
Sí, y por eso me dieron ganas de fotografiar a estas madres que
pueden con todo, porque las admiro. En aquel tiempo, quizás para
el afuera yo daba la impresión de que podía con todo, con mis hijas,
mi carrera, pero en realidad no daba pie con bola, no quería salir de
mi casa, me sentía ahogada con mis hijas, era el único rol que podía
desempeñar y lo desempeñaba muy bien, pero por dedicarme tanto a
ellas no era esposa, ni amiga, ni hija, ni profesional, ni nada. Era mamá
y yo estaba feliz con eso.
¿Esa intensidad maternal se te activó cuando nació oriana o siempre
estuvo en vos?
Yo siempre fui muy Susanita, soñaba con los hijos, con una familia feliz,
mis sobrinos me amaban porque yo hacía de todo con ellos, los niños
actores de las telenovelas parecían mis hijos reales. Con los animales
me pasa algo similar, todos se enganchan conmigo.
¿Cómo fue volver a la pareja, al trabajo, a la mujer..?
Fue un replanteo de vida en todo sentido. Me preguntaba qué iba a pasar
con mi carrera, porque prácticamente la paré y hasta se me había olvidado
cómo actuar. Me preguntaba qué iba a pasar con mi pareja, porque al año
y medio de dejar de amantar a Tiziana tuvimos una gran crisis con Ova
(su marido, Osvaldo Sabatini), que por suerte pudimos superar, y diría
que hasta nos vino bárbaro porque se reacomodaron muchas cosas.
Es que yo estaba tan dedicada a ser madre, y él me dejó serlo, al punto
que Ova hacía su vida, hacía todo tipo de planes con amigos. Y cuando
quería ocupar su rol de padre yo le criticaba cómo las vestía, cómo las
cambiaba… porque yo era la que hacía todo perfecto. A mis hijas nadie
las tocaba, Oriana era una histérica… ¿Sabes cuál fue la primera palabra
que dijo Oriana? “Déjala”. Se la dijo a la directora del jardín el primer día,
cuando quiso acercarse a ella, fue como si yo lo estuviese diciendo sobre ella.
Para mí fue todo un sufrimiento tratar de controlarme para que no me pasara
con mi hija más chiquita lo que me pasó con la primera. De a poco volví a
trabajar, se reacomodaron las cosas y volví con todo.
Los medios siempre mostraron una catherine ultrasexy y no a la madre
dedicada que nos contás.
Sí… es cierto. Yo nunca había hecho gimnasia antes, mi cuerpo era
naturalmente delgado y con curvas, y cuando empecé a hacer ejercicio
fue ¡guau! Todo volvía a su lugar después de los embarazos y empecé
con el programa de tele, a entrenar casi a diario, a alimentarme bien, a
profundizar en toda la cultura de vida sana. Yo soy de las que
profundizan, no hago nada en forma superficial, si me dedico a
algo soy intensa y profunda (¡como con el rol de madre!). Esa etapa
de mi vida fue muy corporal. Distinto a lo que me pasa ahora, no me
importa tener el pelo largo, ni la mejor cola, no pasa por ahí, no soy el
pelo, no soy una cola, ni soy unas lolas. Si ahora me ofrecen salir
con poca ropa en una tapa de revista, no me interesa. Me interesa
crecer en mi carrera, por eso busco alternativas. ¿No me llaman
para que actúe? Ok, de alguna manera me la voy a rebuscar, yo me
voy a expresar igual, me metí en esto de la fotografía y estoy encantada. ¡
Qué me importa tener un poco más de panza, hoy estoy en otra!
De hecho estás por empezar una nueva temporada de talento argentino,
donde estás sentada detrás de un escritorio…
Mi rol ahí es tratar de buscar al gran talento argentino con veracidad,
con honestidad y con cariño, para que la gente pueda llegar a hacer
algo interesante en el arte. Me encantaría estar en la tele actuando
o conduciendo, o incluso hacer teatro, pero en este momento
tengo hijas adolescentes -que es como tener niños chiquitos- y
debo estar muy pendiente de ellas: “¿A dónde vas?”, “¿Con quién?”,
“Yo te llevo y te traigo”, “¿Qué necesitas?”. Oriana ya tiene un “saliente”,
porque se supone que no son novios sino que salen. Y ahí estoy, alerta.
¿Y dónde queda el “déjala” ahora?
Ahora ella lo tiene que decidir sola y yo la tengo que guiar y aconsejar
desde el lugar de mamá, pero sin horrorizarme de nada. Y charlamos
muchas cosas sobre la relación de ella con su “saliente”, porque es
grandecito, y cuando lo conocí le hice mil preguntas. Pero bueno, ella
tiene 14 y quiero saber con quién anda pero también entiendo que debe
tener sus experiencias de amor. Uno va quemando las etapas con los
hijos mayores, la segunda ya me agarra aprendida. Tengo mucho tiempo
invertido en mis hijas y yo creo que me quedan unos años más porque
dentro de tres o cuatro años cuando pase esta etapa difícil y ya camine
n solas en serio, podré liberarme un poco.
¿Seguís sientiéndote extranjera o ya podés decir que sos de acá?
El desarraigo es una herida que nunca cierra, es una cosa tan
inexplicable, porque yo estoy en Venezuela y tengo claro que mi
casa, mi todo es Argentina, pero estoy acá y sé que soy de otro
lugar y que mis afectos y parte de mi vida no están. Hace tres años,
cuando murió mi padre, yo tenía una negación y un miedo enorme
de irme para allá porque sentía que era definitivo y estaba en lo cierto,
porque llegué y a los tres días falleció. Siempre estás esperando que te
llamen para decirte que algo pasó en Venezuela o que algo pasó con tu
familia, es una sensación muy fuerte. Te pierdes todos los cumpleaños
y los grandes momentos. Mi cumpleaños y el Día de la Madre son fechas
que no me gustan, ahí es donde noto el desarraigo, porque mi
cumpleaños era estar con mi mamá, con mis hermanos, con mi torta y
ellos no están conmigo. Tengo a mi suegra que la adopté como mamá
y amigas que son como hermanas porque estando lejos uno necesita
adoptar, pero nunca es lo mismo. Con un hermano se comparte un lazo
muy fuerte que no lo tienes con nadie. Entonces el desarraigo siempre está.
Y lo sufro también a nivel laboral, porque en Venezuela me dicen que
hablo como argentina y, aunque está claro que no es así, eso me cuesta
para entrar en un programa, en una película o en una obra porque
siempre tienen que justificar el acento de mi personaje. A veces pienso
que cometí un error en esforzarme por no perder el acento, pero lo hice
para no herir a mi gente. Y si trato de hablar como argentina, me siento falsa,
no podría actuar sintiéndome falsa. Aunque me siento limitada, también estoy
muy agradecida porque aquí me han adoptado con mucho cariño.
Quedarte en argentina en el momento de mayor éxito de tu carrera fue un
acto de amor, estabas enamorada.
Cuando te enamoras no piensas en nada más, no mides consecuencias.
Me enamoré de Ova, al tiempo llegó Oriana, hice un parate en mi carrera y
cuando quise volver ya no se producían novelas, fue la época de los talk
shows de la tarde y yo me quedé en ese bache. Me llamaban de otros países,
pero mi vida estaba aquí y no tenía trabajo.
Cuando estaba en pleno idilio maternal me llamaron de Archivo negro,
un unitario muy fuerte, para hacer un papel bastante oscuro y me costó
mucho entrar en el personaje porque yo estaba tan metida en el rollo de
ser madre y dar la teta, que me sentía fuera de tono teniendo que hacer
escenas de sexo, de una mujer pervertida. Creo que recién le tomé la mano
¡cuando estaba terminando la serie! Así que por eso no me deben haber
llamado más para papeles serios.
Sos una mujer que transmite mucha energía y positividad.
¿cuál es tu fuente de alimentación?
Es mi casa, mi familia, mi espíritu. Yo siento que tengo que ser actriz,
es una cosa de naturaleza, porque los venezolanos somos intensos…
Una vez que me conectan es difícil desconectarme, cosa que tampoco
es muy buena porque no administro bien la energía y después termino
de cama…
¿Tenés malhumor o no llegás a eso?
Sí, igual trato de evitar el malhumor, si me pongo ansiosa me da por
comer o descargo mucho haciendo ejercicio. Cuando se murió mi papá,
me sentía cansada, enferma, en una palabra: me deprimí. Me hicieron
un montón de estudios y estaba perfecta aunque yo sentía que me
estaba muriendo. El médico me dijo que tenía depresión y me quería
medicar, y yo no acepté. Le pedí que me diera tiempo, que yo misma
me iba a encargar de salir adelante y así fue: me obligué a hacer ejercicio
todos los días, a salir de casa, a ponerme en movimiento, porque estaba sana.
Soy una persona normal que a veces está más triste, a veces más alegre,
tengo ansiedades y miedos. Sólo he ido a una psicóloga cuando tuve
la crisis con Ova o cuando Oriana era chiquita. A veces necesito unas
palabras de un profesional y luego sigo sola, siendo positiva y viendo
todo lo lindo que tengo. A veces me dicen que yo debería tener ser
menos salsa en la sangre y más tango. Pero soy pura salsa.